Muchas personas van a la universidad porque creen que les ayudará a adquirir las habilidades y las credenciales que necesitan para hacer el trabajo que desean. Sin embargo, algunos títulos de posgrado son más eficaces que otros en el establecimiento de los estudiantes para el éxito profesional.
Aquí hay una lista de los diez mejores títulos de maestría para encontrar un trabajo. El detalle listas el salario medio anual para los trabajadores a mitad de carrera con cada grado y la previsión de crecimiento medio.
Por supuesto, usted debe seleccionar un programa de estudios que se adapte a sus intereses y metas profesionales, independientemente de la clasificación del programa en esta lista. Sin embargo, la escuela de posgrado es cara, y es importante tener en cuenta el valor de costo de cualquier programa que usted considere.
Mejor Máster para Encontrar Trabajo
1. Ciencias de la Computación
Salario anual promedio (para un trabajador a mitad de carrera): $ 108.316
El crecimiento medio (el crecimiento proyectado del empleo entre 2010 y 2020): 24%
Gerente de sistemas de ingeniería de software, desarrollo de software, informática y de información: Popular Profesiones
Programas de maestría en Informática preparan a los estudiantes para puestos de trabajo en campos como la informática y la búsqueda de información, programación y seguridad de la información. Se espera que los trabajos en estos campos que aumente en los próximos diez años, y ofrecen altos salarios a los que tienen las habilidades adecuadas.
2. Ingeniería Eléctrica
Salario anual promedio: $ 111 807
El crecimiento promedio: 18%
Títulos de trabajo más populares: ingeniero eléctrico, ingeniero de electrónica, desarrollo de software
Programas ingeniero eléctrico enseñan a los estudiantes cómo diseñar, crear y probar los equipos eléctricos tales como los sistemas de radar y navegación, motores eléctricos y sistemas de comunicación. Algunos estudiantes de maestría de ingeniería eléctrica con experiencia en la programación van a trabajar como desarrolladores de software, un trabajo bien remunerado que se encuentra actualmente en gran demanda.
3. Física
Salario anual promedio: 107,088 dólares
El crecimiento promedio: 17%
Títulos de trabajo más populares: Físicos, desarrollo de software, profesor de la física de la escuela secundaria
Programas de maestría Física ofrecen a los estudiantes la oportunidad de estudiar una serie de diferentes temas dentro de la física, lo que permite a los graduados para seguir una variedad de carreras. Muchos puestos de trabajo más populares para aquellos con una maestría en física – en particular los trabajos que implican el desarrollo de software y programación.
4. Sistemas de Información
Salario anual promedio: $ 101308
El crecimiento promedio: 23%
Títulos de trabajo más populares: Informática y gerente de sistemas de información, desarrollo de software, analistas de sistemas informáticos.
Una maestría en sistemas de información capacita a los estudiantes para manejar la tecnología de la información. Como organizaciones aplican la tecnología en nuevas formas, puestos de trabajo en gestión de la información se están convirtiendo cada vez más importante.
5. Finanzas
Salario anual promedio: $ 102.146
El crecimiento promedio: 12%
Títulos de trabajo más populares: gerente financiero, analista financiero, vicepresidente de finanzas, director financiero (CFO)
Programas de postgrado de Finanzas enseñar a los estudiantes los temas financieros críticos tales como la gestión de riesgos, seguros, inversiones, y las fusiones y adquisiciones. Con un título de maestría, los graduados pueden trabajar su camino en los puestos de dirección de nivel superior bien remunerados en los que gestionan la salud financiera de una organización.
6. Asistente Médico
Salario anual promedio: $ 92.595
El crecimiento promedio: 30%
Popular Profesiones: Asistente Médico (PA)
Asistentes médicos practican la medicina bajo la dirección de médicos y cirujanos. Pueden examinar a los pacientes, diagnosticar enfermedades y lesiones, y dar tratamiento. Todos deben completar un programa de asistente médico. Esta es una de las carreras de más rápido crecimiento, con un crecimiento proyectado del 30% en 2020.
7. Economía
Salario anual promedio: $ 100,173
El crecimiento promedio: 13%
Títulos populares de empleo: Director de Marketing, economista, analista financiero, director financiero
Estudiantes Economía típicamente entran en empleo financiero. Muchos de estos trabajos están en demanda, y los que van en la dirección de gestión de las finanzas puede ganar altos salarios.
8. Ingeniería Civil
Salario anual promedio: $ 89,523
El crecimiento promedio: 16%
Títulos de trabajo más populares: Ingeniero civil, técnico ingeniero civil, director del proyecto de construcción
Los ingenieros civiles diseñan y supervisan los proyectos de construcción, incluyendo la construcción de carreteras, edificios, puentes y sistemas de suministro de agua y tratamiento de aguas residuales. Una maestría en ingeniería civil proporciona a los ingenieros civiles la oportunidad de servir como gestores de estos proyectos.
9. Administración Sanitaria
Salario anual promedio: $ 84,642
El crecimiento promedio: 22%
Títulos de trabajo más populares: gerente médica y servicios de salud, administradores de salud, analista clínico, director de enfermería
Grados de la administración sanitaria enseñan a los estudiantes cómo desarrollar y supervisar los servicios médicos y de salud. Las personas con un grado de la administración de la salud podría gestionar un hospital o en los servicios de salud de toda la organización, o un departamento específico o área clínica. Estos puestos de trabajo están en alta demanda, y seguirá creciendo durante la próxima década.
10. Terapia Ocupacional
Salario anual promedio: $ 73,502
El crecimiento promedio: 33%
Popular Profesiones: Terapeuta ocupacional
Los terapeutas ocupacionales trabajan con pacientes con lesiones, discapacidades o enfermedades para que puedan realizar las actividades cotidianas. Pueden trabajar en hospitales, consultorios clínicos, escuelas, hogares de ancianos, o los servicios de salud en el hogar. Los terapeutas ocupacionales requieren un título de maestría para practicar.
Fuente: Que estudiar
Dos especialistas de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) analizaron las situaciones que experimentan los jóvenes antes de ingresar. Las influencias familiares y los miedos de seguir lo más conveniente pueden opacar la idea de apuntar a una opción de grado por convicción y gusto propio. Estar a un paso de tomar una de las decisiones más importantes y sentirse cargado de tensiones.
Saber en el fondo que a veces se trata de negociar entre lo que piensa papá, las inclinaciones personales y el comentario de la tía. Y para colmo, hay que optar ahora mismo. Porque las empresas cada vez buscan gente más joven.
Parecen demasiadas presiones para tener sólo 17, pero situaciones así viven miles de jóvenes todos los años cuando se trata de saber qué carrera universitaria elegir. Para despejar dudas y aclarar algunos conceptos sobre las influencias de los padres en la elección, el periódico Hoy la Universidad consultó a dos especialistas de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC).
"Los padres y la familia en general, tienen una influencia fundacional en la problemática, ya que muchos jóvenes centran su esfuerzo en torno a una idea que está instalada en toda familia, la del progreso familiar, que hoy significa tener una profesión", especifica desde un comienzo Omar Bertocco, integrante del Departamento de Orientación Vocacional de la UNC.
Para el licenciado en psicología, más allá de una aparente liberación de las "genealogías profesionales", esto es, de aquellas familias ligadas en su identidad con alguna profesión en particular, subyace el mandato familiar de emprender una carrera universitaria.
Por su parte, Roxana Mercado, miembro del Área de Investigación Académica del Centro de Estudios Avanzados de la UNC, las familias van estimulando ciertas disposiciones que luego se vuelven reales para los hijos y que apuntan a un proyecto familiar. "Una serie de negociaciones se despliega entre padres e hijos -puntualiza Mercado- con el objetivo de ver qué carrera es la más indicada para resguardar los capitales familiares, que no son siempre económicos sino también simbólicos y sociales".
En virtud de estos elementos, la autora de la tesis de maestría "Un análisis sobre el ingreso como un aporte para pensar la deserción estudiantil" entiende que la elección de una carrera tiene que ver con la historia del individuo y, fundamentalmente, con la de su familia.
En relación con su colega, Omar Bertocco sostiene que las influencias son inevitables en todo contacto social, sin que esto sea un hecho negativo en esencia. Sus efectos son también necesarios para desarrollar intereses, aptitudes y hasta un campo de conocimiento sobre la profesión.
"El problema aclara Bertocco- es cuando la persona convierte a las influencias en mandato; porque aparecen como el único camino para satisfacer los deseos y ser parte de la familia, para sentirse identificado con los padres o, incluso, para cambiar la historia".
Al parecer, muchos de los jóvenes que participan de los grupos de orientación y de reorientación vocacional en la UNC niegan ser presionados por sus padres. Sin embargo, con el acompañamiento
reconocen que la influencia es mucho más amplia que la presión ya que guarda una mayor relación con los deseos que la familia deposita en la persona que con la imposición de obligaciones.
Bertocco es claro: "La influencia se despliega por vías inconscientes; no es lo que los padres les obligan a hacer a sus hijos, sino lo que éstos se imaginan que a sus padres les gustaría que hicieran".
De acuerdo con Hoy la Universidad, el influjo familiar se hace presente también en aquellos hogares donde no hay una tradición de profesionales, ya sea porque los padres no iniciaron estudios universitarios o porque no pudieron completarlos. "¿En estos casos ?indica Bertocco-, el planteo se da a la inversa. El mandato ya no es hacer una carrera ni recibirse, sino cambiar la historia familiar y los chicos sienten que el desafío es descubrir hasta dónde pueden llegar".
Las presiones de un campo de batalla
En los grupos de orientación vocacional, Bertocco observa ciertas constantes que dan forma a la visión que los jóvenes tienen de la carrera universitaria y que influyen, por lo general de manera perniciosa, en su desempeño. En primer lugar, abundan términos "bélicos" en su discurso, como "tener armas para defenderse en el mundo del trabajo" o "progresar para salir a pelear".
Todo esto atravesado por ideas como la de "competitividad", donde los estudiantes observan que la cantidad de profesionales es siempre mayor a la oferta de trabajo, lo que los mueve a planear estudios de posgrado aun cuando no han alcanzado la mitad de la carrera.
A esta noción de que el título de grado se convierte sólo en una base (el "arma" mínima indispensable para acceder al primer trabajo) se suma un elemento fundamental: la urgencia por recibirse. Bertocco sintetiza el esquema que construyen los ingresantes: "Tengo que elegir bien una carrera porque debo recibirme joven para entrar en el mercado laboral rápidamente y, si pierdo uno o dos años en malas elecciones, quedo en una situación de desventaja con respecto a los otros jóvenes que se van a recibir en tiempo y en forma".
La presión se vuelve más angustiante para quien, además, está confundido. "Al joven de 17 o 18 años que está terminando la secundaria se le presenta el mandato de elegir una carrera ¿para toda la vida? Cuando dimensionan lo que esto significa, se asustan, sobre todo si entendemos que, hasta el momento, ese chico sólo tuvo que demostrar madurez para discutir elecciones más simples, como ir a bailar o la hora para regresar a casa", ejemplifica Bertocco.
Esta realidad se hace más evidente con los jóvenes provenientes del interior, afectados por la idea de "fracaso". Volver a su localidad de origen suele implicar que pierdan su "única chance" y, con ella, el pasaporte para establecerse en Córdoba.
En este marco, Roxana Mercado observa que los padres se encuentran "en el abismo", a veces auspiciando elecciones, a veces cercándolas para evitar que sus hijos se dispersen. Esto se debe a que, como lo plantea la investigadora en su tesis, sus decisiones no están afirmadas sino que se manejan sobre un campo de dos o más carreras posibles.
La falta de información es también un factor clave, sobre todo en las poblaciones del interior, donde la injerencia de los padres apunta hacia las carreras tradicionales. Bertocco considera que las nuevas alternativas del mercado educativo se eligen con la idea de que se trata de carreras menores, con un prestigio inferior al de aquellas carreras "más importantes" que conocían en su pueblo o provincia.
Por último, el psicólogo les recomienda a los padres hacer un esfuerzo por darles a sus hijos la oportunidad de que se equivoquen, ya que la mayoría de los aprendizajes significativos en la vida surgen luego de enfrentar situaciones difíciles.
Bertocco está convencido que el único indicador confiable para elegir una carrera pasa por los gustos e intereses. "No por una mirada romántica que tengamos los orientadores, sino por una cuestión bien pragmática", explica.
"El único indicador que tengo para ser capaz y efectivo es hacer eso que me gusta, porque ahí es donde voy a poner todo lo mío, mi creatividad, mi mejor esfuerzo", finalizó el especialista consciente que "en los intereses, en los gustos, está la llave de una elección gratificante".
Fuente: Hoy la Universidad
Río Grande. Muchos jóvenes entran a la universidad sin tener claros sus objetivos profesionales, por lo que algunos consideraron que es necesaria e indispensable la orientación vocacional previa.
Roberto, entró a estudiar Ingeniería Industrial porque varios de sus mejores amigos se inscribieron ahí, y durante los dos primeros semestres se la pasó con ellos para un lado y para otro “tirando flojera”, comentó.
Narró que en sus clases no le iba bien, y a duras penas hacía los trabajos, además tenía colgadas varias materias, “estuve a punto de tirar la toalla, hasta que de la misma escuela me llamaron de la oficina de orientación psicosocial para examinar mi caso”.
El joven entró a la universidad para seguir a sus amigos y no porque tuviera clara su vocación, pero tras la guía que recibió decidió seguir en la carrera y cambiar de actitud con sus camaradas y ante la institución; ahora tiene más claro su futuro, aseveró.
En tanto, María Luisa se matriculó en esta misma carrera con la convicción de que “como ingeniero industrial se consigue trabajo más fácil y en cualquier cosa”, por lo que la orientadora psicosocial determinó que su vocación no está clara y, además, su historia con las matemáticas del bachillerato no es muy buena, por lo que continúa con la guía.
Ambos son sólo un ejemplo del alto índice de estudiantes riograndenses, que entran a la universidad sin una adecuada orientación; se inscriben porque a esa institución entraron sus amigos, porque los papás les dijeron qué estudiar y no les apoyarán con dinero sino en determinada carrera, o porque la escuela “es muy bonita”, “tiene prestigio” y con un título otorgado por ella “consigue trabajo”.
Finalmente, los jóvenes expusieron que todas las instituciones de nivel medio superior deberían ser más insistentes al ofrecer orientación vocacional, para evitar que posteriormente no se dé el ancho o los muchachos decidan abandonar sus estudios y los gastos de los padres sean en vano.
Fuente: ntrzacatecas
Docencia, investigación, gestión y transferencia son mecanismos de compromiso con el medioambiente. Algunos docentes denuncian que la ideología que impera en los centros es la de la competitividad y no la de la conciencia social
Dentro de la labor de responsabilidad social que lleva a cabo la universidad destaca la referida al medioambiente y a su compromiso con la sostenibilidad. En diciembre de 2002, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el periodo 2005-2014 como Decenio de la Educación para el Desarrollo Sostenible y designó a la Unesco como el organismo rector de la promoción del Decenio.
Entre las recomendaciones que se hacían en el documento se encontraban la de fomentar la paz, luchar contra el calentamiento global, reducir las desigualdades, combatir la pobreza, la marginación... «La declaración es muy clara: si la universidad va cumpliendo los objetivos que vienen ahí, ya estará comprometida con el desarrollo sostenible, pero no lo hace», lamenta el profesor de la Facultad de Educación de la Universidad de Segovia, Luis Torrego. «La ideología que impera en todas las universidades es la competitividad y el aumento de la productividad y eso no es compatible con la sostenibilidad».
Sin embargo, para el presidente de la Comisión Sectorial de Calidad Ambiental, Desarrollo Sostenible y Prevención de Riesgos (CADEP), Fernando Galán, las universidades están «cada vez más comprometidas» con este ámbito, al igual que lo está «la sociedad en general». «Creo que nuestro principal reto es sensibilizar a la comunidad universitaria y, por extensión, a todo nuestro entorno, sobre la necesidad de emplear en nuestro día a día políticas medioambientales sostenibles. Y debemos hacerlo predicando con el ejemplo», señala.
A este respecto, la catedrática de Economía Financiera y Contabilidad de la Universidad de Valencia, María Antonia García, asegura que para que las universidades asuman su implicación en el desarrollo sostenible «deben empezar por redefinir su misión, su visión, sus valores y el alcance de su compromiso». Señala, además, que es necesario que las instituciones entiendan que «se trata de un enfoque de dirección universitaria cuya implantación supone un compromiso estratégico, un nuevo sistema de gestión interno y una mayor transparencia y rendición de cuentas».
Agentes del cambio
Así, la universidad cuenta con cuatro canales en los que trabajar y participar como agente activo del cambio. Estos serían tanto la docencia como la investigación, pasando por la propia gestión de la universidad y su trasferencia al entorno.
«Debemos actuar con criterios de eficiencia energética y hacer una labor pedagógica con toda la comunidad universitaria y con nuestro entorno. Es importante incorporar, también, la idea básica de sostenibilidad en el currículo académico, como contenido transversal de cualquier estudio universitario», apunta Galán. «También podemos impulsar iniciativas concretas que contribuyan a mejorar la calidad del medioambiente y fomentar la creación de grupos de investigación o de cátedras que tengan como objetivo políticas medioambientales».
Lo real y lo aparente
Para Vicente Manzano, doctor en Psicología y profesor de la Universidad de Sevilla, «se ha avanzado mucho» en lo que se refiere al análisis y la denuncia de la situación; sin embargo, en el ámbito de la gestión y la trasferencia «queda mucho camino por recorrer».
De hecho, en ese camino, según Torrego, muchas universidades se colocan la «etiqueta» de comprometidas con el medioambiente «sin que haya una actividad real: se hace para dar una imagen», afirma, aunque reconoce que, «afortunadamente, hay sectores universitarios que se van implicando en la materia».
Fuente: Gonzoo
Según los expertos, la universidad cuenta con las herramientas necesarias para resolver los problemas a los que se enfrenta la sociedad. Sin embargo, apenas se compromete con esa misión.
«La educación superior debería asumir el liderazgo social en materia de creación de conocimientos de alcance mundial para abordar retos mundiales, entre los que figuran la seguridad alimentaria, el cambio climático, la gestión del agua, el diálogo intercultural, las energías renovables y la salud pública». De esta manera se define en la declaración final de la Conferencia Mundial de Educación Superior de la Unesco la labor que debería desempeñar la universidad en su relación con el entorno.
Sin embargo, según los expertos, a la institución todavía le queda un camino largo por recorrer en este ámbito: «La universidad debería jugar un papel mucho más activo del que está jugando en este momento, y no con el discurso imperante que existe ahora de servir a la competitividad o a los intereses económicos, sino de ser un instrumento útil para lograr un mayor bienestar y una mayor justicia social», asegura Luis Torrego, profesor de la Facultad de Educación de Segovia.
Innovar y emprender
La importancia que los colectivos universitarios otorgan a esa necesidad de adaptación a las nuevas tendencias sociales es tal que esta cuestión se va a abordar en el III Encuentro Internacional de Rectores Universia, que se celebrará el 28 y 29 de julio en Río de Janeiro.
Este es un concepto relativamente nuevo, ya que hasta los años noventa del siglo pasado se consideraba que la universidad debía cumplir básicamente dos misiones: la docencia y la investigación. Sin embargo, durante esa etapa surge una corriente crítica en el Reino Unido que llama a revisar el papel de la institución e introduce una tercera misión. «Los británicos se dieron cuenta, y más tarde el resto del mundo, de que la universidad tenía que comprometerse con su territorio, innovar y emprender», explica el vicerrector de I+D+i de la Universidad a Distancia de Madrid (Udima), Eduardo Bueno.
«Desde hace algo más de una década se está hablando con fuerza de la necesidad de incrementar las relaciones de las universidades con la sociedad», apunta María Antonia García Benau, catedrática de Economía Financiera y Contabilidad de la Universidad de Valencia. «Las universidades son centros de conocimiento y están llamadas a ser líderes para lograr una verdadera sociedad del conocimiento. No pueden quedarse en un plano secundario, sino que deben ser las verdaderas impulsoras del cambio necesario que permita alcanzar una economía dinámica que permita lograr una mayor cohesión social», añade.
Fines sociales olvidados
Para algunos expertos, esa trasferencia de conocimientos se está centrando demasiado en el mundo empresarial, dejando de lado el tercer sector. «Se ha generado un discurso que habla de la función social de la universidad, entendida sobre todo como una función que debe cumplirse en unos términos que solo miran la competitividad de la economía o los intereses empresariales de determinados sectores productivos. Ese no es el papel de la universidad», lamenta Torrego. «Si uno lee la Declaración mundial de la educación superior de la Unesco o si mira legislaciones anteriores, verá que hay fines sociales que han sido olvidados».
En este sentido, el profesor de la Universidad de Sevilla y autor del libro 'La universidad comprometida' Vicente Manzano-Arrondo asegura estar a favor de las relaciones que se establecen entre las universidades y las empresas, pero señala que esa trasferencia de conocimiento debería ser «en abierto» y no limitarse a determinadas iniciativas privadas. «La universidad consume muchos recursos públicos y debe tener una vocación de servicio público», apunta. «Lo que más negativo me parece es que se reduzca la trasferencia de conocimiento únicamente a empresas concretas en lugar de que las empresas de todo el mundo se beneficien en abierto del conocimiento que se genera en la universidad. Aunque me parecería mejor todavía que la trasferencia tuviese lugar a los movimientos sociales, a las organizaciones, al tercer sector, que están luchando con los problemas que desde hace siglos son los problemas más urgentes».
Para conseguir intervenir en los problemas sociales, la universidad cuenta con tres herramientas fundamentales: docencia, investigación y extensión universitaria. Sin embargo, según los expertos, no está sacando todo el provecho que debería de esos mecanismos.
«Deberíamos estar formando personas de manera integral, no solo expertos técnica y científicamente, sino también humanamente, con inquietudes sociales, con una personalidad crítica, eso se puede hacer en las distintas asignaturas, pero no se hace», subraya Torrego. «Por otro lado la investigación está orientada a sectores que defienden intereses particulares, productivos y económicos cuando debería estar orientada al bien común. Por último, hay una labor de extensión universitaria de conexión con la sociedad, con las asociaciones, con las ONG, con las organizaciones de la sociedad civil, que la universidad debería llevar a cabo pero que no está haciendo».
Fuente: Gonzoo
Los expertos coinciden en que la universidad cuenta con prestigio social, pero advierten de que los recortes amenazan con cambiar la situación. Consideran necesario aprovechar el reconocimiento con el que todavía cuenta para jugar un papel más activo y comprometerse con los problemas sociales
Subida de tasas, huelgas, reducción de plantillas, fuga de cerebros... A lo largo de los últimos años, la universidad en España ha sido protagonista de un sinfín de titulares en los medios de comunicación que hacían referencia a los problemas a los que esta se enfrenta a raíz de los recortes educativos.
Sin embargo, según los expertos, esos obstáculos no han impedido que la universidad siga teniendo una buena valoración por parte de la sociedad. «Creo que es una institución valorada en España y eso a pesar de las enormes dificultades que estamos atravesando en la actualidad», afirma el rector de la Universidad de Alcalá de Henares, Fernando Galván,
Las encuestas le dan la razón. Según los últimos estudios del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) que se han centrado en la universidad española, el 72,1% de la población tiene una opinión buena o muy buena de los profesores universitarios (barómetro de febrero de 2013) y el 62% considera que la enseñanza universitaria pública funciona de forma muy o bastante satisfactoria (barómetro de marzo de 2012).
Segundo mejor valorado
Según esta encuesta, el docente universitario es el profesional mejor valorado, solo por detrás del médico. «No es necesario acudir únicamente a las encuestas para darse cuenta de que la universidad tiene prestigio», afirma el profesor de la Universidad de Sevilla y autor del libro La universidad comprometida, Vicente Manzano. «Yo he participado, por ejemplo, en mesas redondas donde se explica qué está ocurriendo con la crisis, al principio puede haber cierta incredulidad, pero cuando la gente se entera de que los que estamos haciendo eso somos profesores universitarios, cambia la actitud, es mucho más respetuosa, ganamos en credibilidad».
Precisamente, esa valoración que hace su entorno sobre la universidad será una de las cuestiones que se abordarán en el III Encuentro Internacional de Rectores Universia, que tendrá lugar el próximo 28 y 29 de julio en Río de Janeiro.
Visión positiva
Pese a que los expertos consultados coinciden en la opinión positiva que posee la sociedad en relación con la universidad, aseguran que esta no es compartida por el Gobierno a juzgar por las políticas de recortes que está llevando a cabo en los últimos años. Unas políticas que, según un estudio elaborado por el sindicato Comisiones Obreras, han reducido el presupuesto universitario desde 2010 en un 13,72%. Así, la evolución del presupuesto de las universidades públicas, entre 2010, año en el que se recoge el mayor nivel de gasto universitario de las últimas décadas, y 2013, ha sido de 1.388 millones de euros menos.
«Los recortes que se han hecho desde las administraciones se han dirigido a la ciencia y a la educación y están provocando que los grupos sean más numerosos, falten materiales, haya precarización del profesorado, subida de tasas... Todo eso está condicionando el futuro de la universidad y con el paso del tiempo está claro que puede perder el prestigio», lamenta el profesor de la Facultad de Educación de la Universidad de Segovia Luis Torrego.
Manzano va más allá y asegura que si hay algo que puede influir en esa valoración positiva que la sociedad hace de la universidad son «los discursos que justifican los recortes, que se basan en deteriorar su imagen». «En la medida que esto tenga éxito, disminuirá el prestigio de las universidades».
Por este motivo, para el profesor Torrego sería necesario que la universidad «aprovechase» el reconocimiento con el que «todavía» cuenta para «jugar un papel más activo y comprometerse con los problemas sociales».
Fuente: Gonzoo
En este sentido, y pese a la grave situación en la que se encuentra la institución, para Galván es necesario que la universidad mantenga la «alta calidad» tanto en sus servicios como en la investigación. Asimismo, para el rector de la Universidad de Alcalá de Henares hay otro reto fundamental que se tiene que asumir: «Debemos ser capaces de atraer talento, nacional e internacional, a la universidad, que en estos momentos está condenada a unas tasas de reposición de su fuerza laboral claramente insatisfactorias, que dificultan enormemente el desarrollo de una carrera profesional en el campo de la docencia y de la investigación».
Por su parte, la catedrática de Economía Financiera y Contabilidad de la Universidad de Valencia, María Antonia García Benau, califica de «aceptable» la valoración social de las universidades españolas, pero asegura que «deben hacerse también esfuerzos en este sentido». «Una cuestión que me preocupa mucho es conseguir que los estudiantes que finalizan sus estudios participen de forma más activa en la universidad que estudiaron. Estas prácticas, muy habituales en países anglosajones, permiten una verdadera conexión con el mundo exterior a las universidades y aporta, a ambos, importantes sinergias».
Los expertos aseguran que la institución tiene vocación internacional, pero lamentan las trabas que existen para atraer talento y aunque el número de estudiantes que se decantan por estudiar en España aumenta, a la universidad española todavía le queda un largo camino por recorrer a la hora de atraer alumnos internacionales
«La universidad debe ser internacional o simplemente no es universidad». Así de contundente describen desde el Vicerrectorado de Relaciones Internacionales de la Universidad de Granada la necesidad de que la institución esté abierta al mundo.
«La internacionalización es un proceso que va más allá de las relaciones internacionales y de la movilidad de estudiantes –afirman–. Es un proceso que afecta a todos los niveles, actividades y grupos que integran la universidad».
Este centro es solo un ejemplo del esfuerzo de apertura internacional que las instituciones de nuestro país han estado llevando a cabo en las últimas décadas: «La Ley de Reforma Universitaria de 1983 y la Ley de la Ciencia de 1986 permitieron un salto espectacular de la universidad española, también en materia de colaboración internacional», apunta Josep M. Vilalta, secretario ejecutivo de la Asociación Catalana de Universidades Públicas (ACUP).
Precisamente, sobre esa labor de apertura y las estrategias que se han de tomar para seguir avanzando se debatirá durante el III Encuentro Internacional de Rectores Universia, que se celebrará los días 28 y 29 de julio en Río de Janeiro.
Aumento de alumnos
En España, esos esfuerzos de internacionalización se han visto plasmados en el aumento de alumnos extranjeros que se decantan por estudiar en alguna de nuestras universidades. Así, según datos del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, pese a que el número de estudiantes universitarios se redujo en el curso 2012-2013 un 0,5%, el número de extranjeros continuó con una «tendencia creciente», elevándose a 74.297 estudiantes, de los que 53.832 eran de grado y 20.465 de máster.
Sin embargo, pese a que el número de estudiantes que se decantan por nuestro sistema va en aumento, a la universidad española todavía le queda un largo camino por recorrer a la hora de atraer alumnos internacionales. De hecho, de los 3,4 millones personas que estudian fuera de sus países de origen en el mundo, nuestras facultades solo absorben el 1,4%. En grado, primero y segundo ciclo, el porcentaje es de un 3,3% de universitarios extranjeros, frente al 8 o 10% de la media europea, según se desprende del informe Temas candentes de la universidad española 2013, elaborado por la consultora Price Waterhouse Coopers.
Según los expertos, esa dificultad para captar alumnos extranjeros se debe fundamentalmente a motivos organizativos y lingüísticos. «La estructura de los estudios universitarios en España (cuatro años de grado, más un año de máster), cuando en la gran mayoría de los países europeos la estructura es de tres años de grado más dos de máster, dificulta enormemente la movilidad, homologación, certificación, etc.», apunta Vilalta, que subraya además que «todavía hay una escasa presencia del inglés en las aulas».
Normas rígidas
Por su parte, la rigidez de la normativa y la escasa competitividad de los salarios son los principales motivos por los que resulta difícil conseguir que los docentes extranjeros se interesen por nuestros centros. «En España es prácticamente imposible que un profesor extranjero lleve adelante su carrera profesional sin cambiar de nacionalidad», señala la vicerrectora de Cooperación, Relaciones Internacionales e Institucionales y Multilingüismo de la Universitat Jaume I, Inmaculada Fortanet. «Por otra parte, la rigidez de las figuras contractuales y funcionariales y los bajísimos salarios, comparados con las universidades de otros países, hacen muy poco atractivo e incluso inviable la atracción de profesorado internacional».
No obstante, según los expertos, existen grandes diferencias en la labor de internacionalización que han llevado a cabo los centros españoles: «No sería justo hablar de ‘nuestra universidad’ como un conjunto homogéneo», señala Jorge Martínez, subdirector de la Cátedra Unesco de Gestión y Política Universitaria.
«Si bien es cierto –continúa Martínez– que compartimos un marco normativo, no todas las universidades españolas han emprendido de igual manera sus estrategias de internacionalización. Algunas instituciones tienen una mayor trayectoria de actuación en el ámbito internacional. Esto se observa no solo en el flujo de estudiantes internacionales que reciben, también en sus relaciones internacionales, en la oferta, en el profesorado, en actividad investigadora... Otras universidades, en cambio, no cuentan siquiera con una estrategia de internacionalización explícita y clara».
Acceso para extranjeros
Grado: Con estudios preuniversitarios en países miembros de la UE, Suiza, Noruega, Islandia, Liechtenstein o China, están eximidos de realizar las Pruebas de Acceso a la Universidad (PAU) en España para acceder a estudios de grado.
Máster: Deben solicitar su ingreso en la universidad en la que deseen cursar sus estudios. Deberán o bien ser graduados por una universidad española o perteneciente al Espacio Europeo de Educación Superior o bien estar en posesión de un título de grado. En este último caso ha de acreditar que el nivel de estudios cursados es equivalente al de los grados ofrecidos en España.
Doctorado: Además de cumplir con los requisitos para solicitar la admisión a un programa de máster, será necesario que los estudiantes acrediten haber cursado al menos 60 ECTS de alguna titulación de posgrado oficial.
Fuente: Gonzoo
Durante el proceso de elegir carrera los jóvenes se formulan preguntas respecto a su elección de estudios. Un ejemplo de estas inquietudes: “me gusta el diseño pero me da miedo no conseguir trabajo”, “me apasiona la historia pero no quiero trabajar como maestro”, “tengo miedo de elegir una carrera saturada”.
Disipar estos temores no es fácil debido a que las cifras del empleo de profesionales en México son contundentes: Sólo un 50% de los egresados universitarios trabaja en actividades relacionadas con su profesión; en algunas carreras la relación es más baja como en comunicación (33%).
A continuación exponemos brevemente algunos indicadores respecto a las tendencias del empleo en México:
A continuación mostramos cuáles son las necesidades más apremiantes para el México del futuro –con base en las tendencias demográficas- . Nuestro país tendrá una población envejecida que demandará productos y servicios para:
Reflexiones y Recomendaciones
Fuente: Imovo
El sábado pasado, 49 mil jóvenes realizaron su examen para entrar a una licenciatura en la Universidad de Guadalajara. Sun un mundo y la Universidad no tiene espacio para todos, sólo serán admitidos 4 de cada 10, y en algunas carreras sólo 1 de cada 10.
O sea que es dificilísimo. Ahora piensa que de esos que entran, 15 de cada 100 se van a dar cuenta de que esa carrera no les gusta y que prefieren salirse para ingresar a otra y claro dejando en el camino espacios que pudieron ser aprovechados por otros jóvenes que sí deseaban estudiar esa carrera pero no entraron por falta de espacios.
Y no está mal que se cambien, mejor que se dediquen a algo que quieran a que sean profesionistas frustados ¿no?.
Lo que si esta gacho es que a los jóvenes no se les den las herramientas para que se preparen y elijan la carrera más adecuada a sus intereses y capacidades, la carrera que les sirva de herramienta para realizar su proyecto de vida. Y a veces ni en la familia te ayudan, te presionan para que escojas una carrera en la que creen que te ira bien.
¿Qué implica cambiarse? volver a intentar el ingreso a la Universidad, con el riesgo de no salir en listas, retrasar el ingreso al mundo laboral en empleos cualificados.
Por todo eso mi recomendación es que no dejen esta importante decisión al último, sin darle su debida importancia importancia, porque quizá puedan lamentarlo inmensamente después.
Fuente: Provocamx
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