La cada vez más compleja y cambiante sociedad en la que se desenvuelven actualmente los seres humanos conlleva a que el tiempo que se invierte en la educación deba ser necesariamente aprovechado al máximo, esto implica centrarse en aprender lo que de verdad vale la pena aprender, o sea, aquello que de verdad prepara para proseguir aprendiendo y creciendo, y que, a la vez, es más beneficioso en una mayor variedad de situaciones.
A lo largo de las últimas dos décadas se ha venido haciendo hincapié en el convencimiento de que la sociedad actual exige la promoción del aprendizaje a lo largo de la vida, entendiendo “aprendizaje” en un sentido amplio que abarca todos los contenidos, procesos, y áreas de la vida que posibilitan el crecimiento y desarrollo integral del ser humano.
Uno de los retos actuales para los orientadores profesionales, es sin lugar a dudas, encontrar las herramientas necesarias para conectar a la persona con las fuerzas que desde su interior, impulsan el proceso de construcción de saberes relacionados con la adquisición y desempeño en alguna profesión en específico. Es la motivación que se halla en la propia persona, en estrecho vínculo con otras formaciones personológicas como el sentido de vida quien posibilita un continuo proceso, permanente y auto generado de adquisición de nuevos conocimientos que contribuyan al sucesivo enriquecimiento del quehacer personal profesional.
La orientación profesional puede ser una de las herramientas que favorezca enlazar los intereses individuales con los requerimientos actuales de la sociedad en relación con la formación de profesionales.
El origen y evolución de la Orientación Profesional
La naturaleza de la orientación profesional ha variado a través de las diferentes etapas de desarrollo de la humanidad hallándose en estrecha relación con los cambios sociales, el papel del trabajo en la sociedad y la forma en que el hombre percibe las distintas profesiones.
Al analizar los orígenes de la orientación profesional es posible realizar una organización en dos etapas, que están estrechamente relacionadas con el desarrollo de las ciencias.
Primera Etapa: Pre científica: Estuvo signada por formulaciones de tipo mágico, filosófico, antropológico y religioso generadoras de diferentes concepciones del hombre y de la organización social, de las cuales surgieron determinadas formas de consejo y de ayuda para la elección vocacional, marcadamente intuitiva y muy supeditada a las instituciones sociopolíticas. Dentro de esta etapa se distinguen varios momentos con sus especificidades:
1.- La orientación profesional en el Mundo Antiguo.
2.- La orientación profesional en la Edad Media.
3.- La orientación profesional en la Época Moderna.
En el mundo Antiguo por tratarse la orientación profesional de una actividad cuyo carácter es esencialmente de ayuda, adoptó un carácter de transmisión de doctrinas de tipo filosófico. Existen referencias de que en esa etapa, importantes filósofos tomaban discípulos a quienes orientaban sobre sus doctrinas. Ejemplo conocido es el de Sócrates (469-399 ANE) de quien fueron discípulos Platón y Antístenes o el propio Platón ( 428-427-347 ANE) a quien se le atribuyen varios discípulos, (Rosental, 1981).
La idea de orientar el aprendizaje de oficios o profesiones fue ampliamente aplicada en la Edad Media, durante la cual la enseñanza de los oficios se realizaba directamente en el puesto de trabajo, no existían entonces las instituciones escolares aparte del taller. La función de orientar para el aprendizaje de los oficios se realizaba en pequeñas corporaciones en el seno de las ciudades de la época y a través de los maestros de oficios.
En las sociedades agrícolas las profesiones solían ser hereditarias y las habilidades propias de cada profesión se transmitían de padres a hijos.
En general fue esta una época en la cual la familia, la herencia y las tradiciones signaron la orientación profesional, sin que se observasen elementos de darle una organización formal, por lo cual continuaba siendo una actividad de carácter no científico y no formal.
Durante la Edad Media la enseñanza estuvo marcada por la división del trabajo que condujo al surgimiento de violentos conflictos entre maestros, oficiales y aprendices lo cual trajo como consecuencia que la orientación del aprendizaje de los oficios y profesiones se simplificara a tales límites que pasó a ser una mera repetición de gestos o acciones básicas de un oficio o profesión, (Cerezal Mezquita et al, 2000).
En esta etapa- hasta el Renacimiento- las formas de consejo eran totalmente vivenciales e intuitivas y continuaban cargadas de fundamentos mágicos, filosóficos y con gran influencia de la religión.
El Renacimiento fue un período de carácter marcadamente empirista, signado por profundos cambios en la propia concepción del ser humano, lo cual se reflejó en todos los procesos sociales.
En el Siglo XV con el alza de la producción, el desarrollo del comercio y de las ciencias las condiciones de la enseñanza comienzan a variar y se produce una primera división entre el trabajo manual y el intelectual, fenómeno que progresivamente se acentuó y permitió una primera diferenciación entre los empresarios y los productores directos, (Cerezal Mezquita et al, 2000).
El propio desarrollo de la Revolución Industrial con el surgimiento de las producciones manufactureras impulsó el papel del estado como mediador entre las necesidades del aparato productivo y las exigencias de formación de la población. Fue así que se crearon los primeros sistemas escolares quienes pasaron a ser el principal instrumento de formación en todos los niveles de enseñanza y para todas las categorías sociales.
Durante el siglo XVII se comienza a entrar en una fase de pre industrialización con lo cual se comienza a plantear el problema de las potencialidades, tomando importancia la educación.
La llegada del siglo XVIII y específicamente la Revolución Francesa dio un fuerte impulso a la educación siempre sobre la base de los intereses económicos.
Durante ese siglo y comienzos del XIX tiene lugar la revolución industrial, con una problemática de tipo sociolaboral muy fuerte (supresión de puestos de trabajo, explotación, inmigración, bolsas de pobreza, etc.), añadido a lo anterior el predominio de una la filosofía signada por el culto a la razón y la confianza absoluta en el hombre, creó una situación propicia para el surgimiento de la Orientación Profesional.
Figuras importantes en la época fueron Rosseau, quien con su Emilio, hizo referencia a diferentes tipos de ocupaciones vistas con un prisma psicológico y Pestalozzi a partir de unas cartas dirigidas a los padres de sus alumnos que mostró un riguroso trabajo de observación sistemática en el aula considerado un precedente de los actuales registros de observación acumulativos del escolar.
En el propio siglo XIX se deben referir los aportes de la medicina y la Psicología Experimental quienes de conjunto con los servicios sociales creados para aminorar las problemáticas generadas por la Revolución Industrial tuvieron gran importancia en el desarrollo científico e instrumental posterior de la orientación.
Aunque los elementos mencionados no pueden ser considerados orientación profesional propiamente dicha al no poseer una sólida base científica ni una intencionalidad orientadora manifiestas si deben apreciarse por su carácter precursor de lo que actualmente se concibe como orientación profesional.
Segunda Etapa: Surge la orientación profesional como actividad científica a partir de una serie de condicionantes sociales y económicas: La industrialización, la escolarización, la revolución científica y el desarrollo del sistema capitalista de producción y de organización del trabajo. Esta etapa se ubica a finales del siglo XIX y se extiende hasta nuestros días.
A principios del siglo XIX surge en Europa, y dentro del campo de la medicina, cierta preocupación por disminuir los riesgos de accidentes laborales y prevenir las enfermedades profesionales. Estos estudios van a constituir la base u origen de la Psicotecnia como disciplina específica, la cual es iniciada formalmente por Münsterberg, quien la considera como la disciplina que trata de adaptar el hombre al trabajo mediante la aplicación de la psicometría a la selección industrial. Esta visión supone el estudio con vistas a la selección de trabajadores motivada por la división científica del trabajo; las destrezas necesarias para el desempeño de un puesto laboral e impone, ineludiblemente la investigación del diagnóstico de las capacidades humanas.
Al revisar la literatura especializada existe coincidencia entre la mayor parte de los autores al referirse a la etiología del término orientación, remontando la misma a principios del siglo XV en los Estados Unidos con Parsons, considerado el padre de la Orientación Vocacional, Davis el cual introdujo el primer programa de Orientación en la escuela y Kelly que utiliza por primera vez el adjetivo educativo referido a la orientación, así lo reseñan Rodríguez Moreno (1995), Bisquerra (1995), Sanz Oro (2001) , y González Gómez (2003).
La Orientación Vocacional tuvo sus orígenes en 1908 con la creación en Boston, Estados Unidos, del Primer Buró de Orientación Vocacional por F. Parsons, quien lo fundó con el fin de brindar asistencia a jóvenes que solicitaran ayuda para la elección de la profesión.
El trabajo de Parsons en el área de la orientación vocacional estuvo fuertemente ligado al establecimiento de un compromiso con la vida de los miles de inmigrantes que llegaban a Norteamérica en busca de mejores condiciones de vida y su respuesta fue buscar condiciones de cambio social para esas familias utilizando la orientación profesional como instrumento para conciliar elección profesional y aptitudes.
Tanto el movimiento de la Reforma Social al cual pertenecieron Parsons y Davis como el de la Psicometría/ psicotécnica, constituyeron dos factores de gran peso en el surgimiento de la orientación profesional como la conocemos hoy.
Distintos autores como Brewer (1970); Beck (1973); Patterson (1974); Roig Ibáñez (1982); Whitley (1984); Rodríguez Espinar (1993); Repetto Talavera (1994), citados por Bisquerra (1995), han referido los orígenes de la Orientación coincidiendo al identificar tres movimientos decisivos en el surgimiento de la misma, aunque cada uno toma en consideración distintos aspectos para explicar su surgimiento:
a) El movimiento reivindicativo de reformas sociales en Europa y en los Estados Unidos.
b) El desarrollo del movimiento psicométrico y el modelo basado en la teoría de los rasgos y factores.
c) El movimiento Americano de "Couseling".
El Psicoanálisis no escapó al abordaje de la orientación profesional, los partidarios del enfoque psicodinámico, entre los cuales descuellan los trabajos de Bordin, Nachman y Holland, quienes atribuyen cualquier elección profesional a la actuación de determinadas fuerzas interiores instintivas (González Maura, 2003).
El conductismo aún en sus variantes más contemporáneas, centra más su atención en el papel de los agentes externos en la formación de los intereses hacia una u otra profesión, ya que cualquier inclinación del sujeto se determina por la acción de estos agentes.
Dentro del enfoque cognitivo conductual de orientación vocacional, Krumboltz y colaboradores desarrollan la teoría de aprendizaje social (interacción personas - medio) donde las conductas, las actitudes, los intereses y los valores se adquieren y modifican de forma continua debido a las experiencias de aprendizaje.
Un intento de superar estas concepciones lo realiza D. Super quien considera a la vocación como una expresión del desarrollo alcanzado por determinadas cualidades personales manifiestas a la hora de elegir profesión. Esta concepción evolucionista si bien contraria a las psicodinámicas y conductistas, ubicadas en dos polos diametralmente opuestos donde los intereses del sujeto quedan a merced de fuerzas instintivas o ambientales, no alcanza a superarlas totalmente por su visión atomista de las cualidades personológicas.
Un papel especial corresponde a la Psicología humanista la cual favoreció atribuir al sujeto un papel más independiente en la toma de decisiones profesionales.
Para ellos, orientar es un conjunto de acciones que deben llevarse a cabo en clase y no precisan de personal especializado estrictamente hablando; va dirigida a todo el alumnado —no sólo a aquellas personas con conductas de aprendizaje patológicas—, y su proyecto más característico es el esfuerzo en adaptar el curriculum a las necesidades individuales del aprendizaje, tanto cognoscitivo como afectivo.
En los últimos años y especialmente en Europa se ha producido un reforzamiento de la idea de educar para toda la vida y se enfatiza que desde las escuelas no sólo se deben aprender conceptos, sino también actitudes y procedimientos (Pérez González, 2005).
Para la universidad del nuevo siglo la continuidad del éxito en la formación de los profesionales tiene que ver con su sistemática renovación y armonización con los cambios que vertiginosamente se suceden en todos los ámbitos de la vida social y económica. Los cambios que acaecen en el panorama económico, tecnológico y social en el mundo entero inciden en el terreno educativo que debe elaborar sucesivas transformaciones para estar en correspondencia con ellos.
El inicio del siglo XXI ha planteado a la Educación Superior el doble reto de transmitir de forma masiva y eficiente un volumen siempre creciente de información, sin permitir, en segundo lugar; que tanta diversidad informativa la sumerja.
En los momentos actuales puede hablarse de algunos elementos que matizan la vida social y consecuentemente afectan la vida de la universidad: el rápido y progresivo desarrollo del conocimiento científico, la necesidad de dar a éste un carácter transdisciplinario y el creciente uso de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Estos tres elementos condicionan la necesidad de que la educación adopte un carácter permanente, dirigido no solo a algunas etapas del desarrollo personal sino a toda la vida.
Hasta hace relativamente corto tiempo la formación de un profesional con sólidos conocimientos daba garantías del éxito de una institución universitaria. Hoy, la realidad es bien diferente. El profesional de la actualidad no solo precisa conocer con profundidad de su ciencia en particular. Un egresado de las universidades actuales debe estar preparado para insertarse en su entorno de vida de forma eficaz, para lo cual debe contar con un arsenal de herramientas no solo intelectuales sino también éticas, favorecedoras del bienestar y el progreso de los seres humanos.
Para la Educación Superior la formación de los profesionales con un enfoque humanista garantiza no solo desarrollar la esfera intelectual sino también la esfera motivacional de la personalidad del estudiante de forma plena. Esto garantiza la formación de un profesional integral y comprometido con su labor, capaz de contribuir a lo largo de su vida al desarrollo social desde su profesión.
Varios son los cambios esenciales de la universidad de esta época que le imprimen un carácter básicamente diferente a épocas pasadas: “Un primer aspecto, de suma importancia, relacionado con la real capacidad de la universidad de dar respuesta a las demandas de este siglo, que se ha dado en llamar siglo del conocimiento, es la denominada masificación de la educación superior. Como consecuencia de ello se aprecia una tendencia al incremento de los jóvenes en las edades comprendidas entre 18 y 24 años cursando estudios superiores. En algunos países, entre los cuales está incluida Cuba, esa población rebasa ya el 50 %” (Horruitiner, 2008: 48).
Es particularmente importante la adjudicación a la universidad del papel de formadora integral de los profesionales que reclama la sociedad. En ella debe ser posible la formación de profesionales creativos, dotados de sólidos conocimientos y también de un conjunto de valores que le permitan poner esos conocimientos al servicio pleno de la sociedad dentro de la cual existen. “Implica también la necesidad de lograr un profesional creativo, independiente, preparado para asumir su autoeducación durante toda la vida; que sea capaz de mantenerse constantemente actualizado, utilizando igualmente las oportunidades ofrecidas por las universidades de atender al profesional con una educación posgraduada que responda a las necesidades del desarrollo del país” (Horruitiner, 2008: 48).
Viltres (2010) admite que en la actualidad se manifiesta una tendencia integradora en orientación profesional que se sustenta en una concepción más protagónica del maestro como orientador y afirma que en la orientación profesional se puede hablar de una dimensión psicológica y una pedagógica. Este autor realiza una crítica a las investigaciones realizadas en el contexto cubano acerca de la temática, afirmando que las mismas tienen un carácter reduccionista, al centrarse en aspectos específicos de la orientación profesional para su análisis y posterior desarrollo.
Este autor especifica como regularidad en las investigaciones por él reseñadas en el contexto educativo cubano, el empleo de las categorías diagnóstico, objetivos y método; considerando que el diagnóstico de la orientación profesional es parte del diagnóstico integral y debe estar estructurado en dimensiones, indicadores y rangos que le posibiliten a la institución caracterizar integralmente el proceso. También reconoce la existencia de una dimensión psicológica de la orientación profesional, a la cual pertenecen categorías tales como la motivación, los intereses y la autodeterminación profesional; entre otras.
La autora de este artículo considera que la orientación profesional es un proceso complejo que debe ser abordado con una visión de carácter interdisciplinario. Con él se relacionan diferentes disciplinas que tienen que ver con la educación de la personalidad y no sólo la Pedagogía. Particularmente importante es el referente aportado por la Psicología acerca de la evolución de las concepciones de la personalidad y su sistema motivacional, pues, ante todo la orientación profesional como proceso pedagógico se dirige al desarrollo de la motivación hacia la profesión, mientras en paralelo fortalece todo el sistema ideo-valorativo de la personalidad.
Calzada (2004: 9) afirma en su conceptualización de interdisciplinariedad que abarca no solo la relación entre las ciencias, sino también entre las personas con el fin de identificar y solucionar problemas profesionales, es así que las define como “…los nexos entre profesionales y/o disciplinas con el objetivo de integrar contenidos en el proceso de solución de problemas del desempeño. Permite garantizar un sistema general de conocimientos, habilidades, valores y modos de actuar, tanto de carácter intelectual como práctico para el establecimiento de relaciones hacia el mundo real y objetivo en el que le corresponde vivir y laborar al profesional.”
A juicio de la autora los distingos deben realizarse entre los términos orientación profesional como tendencia orientadora que integra los motivos de la personalidad relacionados con la elección, formación y desempeño en una profesión determinada y orientación profesional como proceso pedagógico.
Una respuesta posible a esta aparente dicotomía puede ser encontrada desde el enfoque histórico cultural.
Grandes son los retos que se presentan ante la Universidad del Siglo XXI, sin embargo, las ambiciosas aspiraciones formativas difícilmente puedan lograrse desde algunas de las concepciones abordadas. Desde sus posiciones de partida no puede ser explicada la unidad dialéctica entre la naturaleza subjetiva, activa de la personalidad y su determinación histórico-social.
El enfoque historico social del desarrollo humano
L. S. Vigotsky (1896-1934), psicólogo ruso con una corta pero fecunda obra dentro de la psicología fue el creador de un nuevo paradigma psicológico: el Histórico-Cultural.
Vigotsky aplicó de forma creadora la filosofía marxista a la Psicología, partiendo de lo cual formula un conjunto de ideas sobre el desarrollo ontogenético histórico-social del hombre, que se contraponen tanto a las corrientes biologicistas e idealistas predominantes en dicha ciencia, como a los puntos de vista sobre el desarrollo de la cultura, independientemente de la historia de la sociedad. Estas ideas paulatinamente han alcanzado una gran influencia en el desarrollo de la Psicología a nivel mundial.
Vigotsky partiendo de una concepción materialista de la psiquis, la considera como una propiedad del hombre como ser material, (que tiene un cerebro), pero a la vez como un producto social, resultado del desarrollo histórico de la humanidad. Por esta razón no puede buscarse en las leyes de la evolución biológica, la clave para explicar la psiquis humana, sino en la acción de otras leyes, las del desarrollo histórico-social.
Una de las principales ideas del enfoque histórico-cultural radica en el carácter mediatizado de los procesos psíquicos. Para Vigotsky, al igual que la actividad humana se convierte en una actividad mediatizada a partir de los instrumentos que el hombre utiliza en su ejecución, los procesos psíquicos se hacen también mediatizados, actuando como elementos mediadores los fenómenos de la cultura humana.
La cultura en la concepción histórico-cultural, es el producto de la vida y de la actividad social del hombre que halla su expresión mediante los signos, quienes poseen un significado estable por haberse formado en el desarrollo histórico y transmitido de generación en generación. Entre ellos están las obras de arte, la escritura, los signos numéricos y el lenguaje el cual posee un papel especialmente importante.
En la actividad el hombre se apropia de la experiencia histórico-social y asimila no sólo las distintas formas de actividad humana, sino también los “signos” o medios materiales o espirituales elaborados por la cultura.
Es por esto que, los procesos psíquicos inicialmente poseen un carácter interpsicológico, o sea, se dan en el plano del sistema de relaciones sociales, de comunicación que el niño establece con otras personas en la realización de una actividad conjunta. Posteriormente estas funciones psíquicas se interiorizan, adquieren un carácter intrapsicológico (interno) y pasan a formar parte de la actividad individual del hombre. Entonces, los signos que inicialmente poseían un carácter externo se convierten en signos internos mediatizando el tránsito de las funciones psíquicas superiores.
“Cualquier función en el desarrollo cultural del niño aparece en escena dos veces, en dos planos: primero como algo social, después como algo psicológico; primero entre la gente, como una categoría interpsíquica, después, dentro del niño, como una categoría intrapsíquica. Esto tiene que ver, por igual, tanto con la memoria voluntaria como con la memoria lógica; tanto con la formación de conceptos como con el desarrollo de la voluntad..... el tránsito de afuera hacia adentro transforma al propio proceso, cambia su estructura y sus funciones” (Vigotsky, 1987: 161).
Aunque Vigotsky no explicitó una teoría de la enseñanza, algunas de sus ideas constituyen elementos importantes a ser tomados en cuenta. Una de ellas referida a la relación enseñanza y desarrollo tiene una importante repercusión en la psicología del desarrollo y en la pedagogía. En posición divergente de las corrientes predominantes en su época que identificaban la enseñanza con el desarrollo, los separaban de forma desigual o intentaban combinarlos Vigotsky considera que el papel rector en el desarrollo psíquico del niño corresponde a la enseñanza, ella es su fuente, lo precede y conduce y puede considerarse desarrolladora sólo cuando tiene en cuenta dicho desarrollo.
Para la comprensión del papel del medio en el desarrollo psíquico infantil, Vigotsky introduce una categoría de suma importancia: “la situación social del desarrollo”, con la cual designa la peculiar combinación que se produce entre los procesos internos del desarrollo y las condiciones externas típicas de cada etapa las que condicionan asimismo la dinámica del desarrollo psíquico durante el correspondiente período evolutivo y las nuevas formaciones psicológicas surgidas hacia el final del período.
El concepto introducido por Vigotsky de “zona de desarrollo próximo” constituye un valioso instrumento al posibilitar conocer tanto el estado actual del desarrollo individual como sus potencialidades, favoreciendo de esta manera su dirección. En ese sentido se refiere a ella como la distancia que separa el nivel real de desarrollo, determinado por la capacidad de resolver independientemente un problema y el nivel de desarrollo potencial, que se determina mediante la resolución de un problema bajo la guía de un adulto o en colaboración con otros más capaces.
Luego de la desaparición física de Vigotsky, otros investigadores continuaron enriqueciendo su legado científico. Algunos de ellos como A. Leontiev con sus estudios sobre la actividad y L. I. Bozhovich sobre la motivación contribuyeron no solo a dar continuidad al enfoque histórico cultural sino también a su enriquecimiento.
Es indudable que este enfoque ofrece al psicólogo educativo y al pedagogo un soporte de mucha utilidad para encarar los problemas de la escuela actual y la búsqueda de solución a los retos y problemas que ésta plantea.
Partiendo de un enfoque histórico cultural del desarrollo humano puede integrarse dialécticamente lo externo- manifiesto en la influencia determinante del medio social- al desarrollo de la subjetividad humana. Desde sus posiciones logra entenderse que el sujeto –si las condiciones de vida y educación lo propician- pueda alcanzar niveles superiores de regulación y autorregulación, o sea, alcanzar la autodeterminación de su actuación partiendo de su propia individualidad.
Contribución del enfoque historico cultural a un abordaje actual de la orientación profesional en el contexto universitario
Tomando como base las ideas de Vigotsky y sus seguidores es posible entender que la orientación profesional es un proceso y en calidad de tal transcurre a través de las diferentes etapas en el desarrollo de la personalidad, no hallándose predeterminado específicamente por el nivel de enseñanza o las características específicas de cada edad sino por el nivel real de desarrollo alcanzado por el sujeto en cada una de ellas.
En cada edad se presenta una peculiar combinación entre los procesos internos de desarrollo de los intereses profesionales y las condiciones externas típicas de cada etapa, ello condiciona la dinámica del desarrollo de esos intereses a lo largo de ese período evolutivo y las nuevas formaciones motivacionales que hacia el final del mismo marcan el momento de la aparición de intereses cualitativamente diferentes a los precedentes.
Si se concibe la posibilidad de desarrollar evolutivamente aquellas características individuales que determinan el éxito en la actividad bajo el influjo de la educación puede entonces precisarse que durante el período de vida universitaria el proceso de orientación profesional no sólo debe garantizar la consolidación de intereses por la solución de problemas profesionales durante un tiempo limitado.
La orientación profesional no se restringe a los años de vida universitaria ni a los primeros años de graduados. Es un proceso que acompaña al sujeto durante toda su vida laboral y le posibilita un continuo proceso de renovación de los intereses en el área de su profesión, lo que garantiza que las fuerzas se reorganicen con sistematicidad a pesar de las dificultades, como tener que adaptarse a nuevas situaciones, sortear circunstancias adversas o ser creativos al solucionar problemas profesionales.
Tomando como base una concepción histórico-cultural hacer orientación profesional significa tomar como punto de partida para ejercer cualquier ayuda en la elección o formación en una profesión determinada, el nivel actual de desarrollo de las inclinaciones profesionales individuales para crear las condiciones de aprendizaje a través de las cuales pueda desarrollarlas hasta alcanzar el nivel de desarrollo potencial de éstas.
Investigadores como V. González Maura (2001) se han referido a la relación específica que se establece entre orientador y orientando planteando que no es una relación de dependencia en la cual el orientador dice al orientando qué hacer o cómo hacerlo, sino el espacio comunicacional donde se organizan aquellas situaciones de aprendizaje que le permiten al estudiante mediante el desarrollo de sus potencialidades llegar en el más pleno ejercicio de la autodeterminación a tomar decisiones respecto a su vida profesional.
Sin embargo, en la realidad existen casos específicos en los cuales la profesión elegida se aleja un tanto de las inclinaciones individuales. Aunque esta situación se considera nociva para el desarrollo individual, puede suceder a partir de instituyentes individuales ligados al proceso de ejercicio de la autodeterminación, por ejemplo, la profesión soñada se estudia en un centro alejado del lugar de residencia del alumno al cual no desea abandonar y se decide por otra en un lugar cercano; o, a partir de exigencias sociales, por ejemplo, las convocatorias realizadas para priorizar una profesión socialmente deficitaria.
En estos casos hacer orientación profesional, conducir la formación de motivos profesionales partiendo de una concepción histórico cultural del desarrollo humano significa ayudar al estudiante a identificar aquellas condiciones individuales que posee para llevar adelante el proceso de aprendizaje dentro de la profesión elegida y “descubrir” cuáles pueden favorecer en mayor medida sus aspiraciones profesionales. Significa además preparar las situaciones de aprendizaje a través de las cuales el alumno pueda desplegar a través del proceso de formación en esa profesión -que tal vez no era la soñada- sus aptitudes, para progresivamente ir favoreciendo el surgimiento de intereses generales que los orienten en la búsqueda de información, la obtención de conocimientos y la formación de habilidades que puedan servir de base para la formación de intereses hacia la profesión.
Investigaciones desarrolladas han comprobado que la existencia de intereses profesionales al iniciar una carrera universitaria favorece el éxito en el proceso formativo pero no es garantía absoluta de triunfo, González Maura (2001, 2003).
Un proceso de orientación profesional bien enfocado durante el período de formación profesional puede contribuir a la formación de conocimientos, habilidades e intereses profesionales o a la consolidación de estos intereses si los mismos ya existían previo al ingreso.
Una vez hayan ingresado a la universidad existen elementos a tener en cuenta que favorecen el desarrollo de la motivación profesional, Prieto Hernández (2010), plantea que el profesor de nivel superior tiene la ventaja de trabajar con un alumno cuya personalidad ya está formada y propone tres niveles de trabajo para la formación de la motivación profesional:
Gessa Gálvez (2007), significa que las carencias formativas en los docentes obstaculizan el desarrollo de la motivación profesional en los alumnos y considera la necesidad de compensar la formación inicial del profesorado como parte de su preparación continuada como una vía superior de tratamiento del tema de la motivación profesional de los alumnos.
Conclusiones
A modo de resumen puede afirmarse que el enfoque histórico cultural brinda una base de gran utilidad para encarar los problemas de la orientación profesional en la actualidad y la búsqueda de solución a los retos y problemas que ésta plantea.
Partiendo de un enfoque histórico cultural del desarrollo humano puede integrarse dialécticamente lo externo- manifiesto en la influencia determinante de la educación- al desarrollo de los intereses hacia una profesión determinada. Desde esta óptica puede entenderse que el sujeto –si las condiciones de vida y educación lo propician- llegue a desarrollar niveles superiores de regulación y autorregulación, o sea, alcanzar la autodeterminación de su actuación profesional.
Desde este precedente puede entenderse la necesidad de organizar las diferentes situaciones educativas de acuerdo al nivel de desarrollo real del educando para llevarlo progresivamente al desarrollo de todas sus potencialidades.
La Orientación Profesional como proceso complejo de educación de la motivación profesional de la personalidad se inicia desde edades tempranas, transcurre durante la vida escolar y no culmina con el egreso del estudiante de la universidad. Ella se extiende durante toda la vida laboral y posibilita el continuo proceso de renovación de los intereses en el área de la profesión, posibilitando una reorganización sistemática de sus potencialidades para adaptarse a nuevas situaciones, sortear circunstancias adversas o ser creativos al solucionar problemas profesionales.
Fuente: Eumed
En líneas generales, podemos definir la orientación como aquel proceso que ofrece ayuda al individuo a lo largo de su experiencia vital. Desde el punto de vista educativo orientar es una actividad dirigida al logro de la maduración de la personalidad de cada individuo y a la concreción de su camino de vida.
Como tarea educativa tiene la finalidad "orientar para la vida”. Se trata, por tanto, de un elemento básico para que el proceso educativo sea de calidad ya que va a permitir: 1) realizar un ajuste del currículum a la realidad del centro, 2) prevenir posibles dificultades de aprendizaje, 3) proporcionar al alumnado ayuda en el ámbito personal, académico y profesional.
Desde el punto de vista legal, ya en la L.O.G.S.E ( Ley Orgánica General del Sistema Educativo) 1990, se hacía referencia a que la actividad educativa se desarrollará atendiendo entre otros al principio de orientación educativa y profesional, recogiendo en su artículo 60 la obligación de las Administraciones Educativas de garantizar una orientación académica, psicopedagógica y profesional al alumnado. Este mismo planteamiento se recogía en la L.O.C.E (Ley Orgánica de Calidad de la Educación) que quedaba impregnada por la anterior ley en este aspecto.
Así pues, la orientación será un elemento integrado en la propia práctica curricular a través del cual se va a intervenir en 4 áreas: orientación profesional, orientación del proceso de enseñanza-aprendizaje, orientación para la prevención y desarrollo, así como en la atención a la diversidad.
Ahora bien, dicha intervención deberá de estar fundamentada en un modelo que sirva de marco de referencia para diseñar la acción y que permita afrontar las distintas actuaciones orientadoras para los diferentes usuarios en un contexto determinado.
Existen una gran variedad de modelos de intervención en orientación: clínico, de consulta, de servicios, programas, tecnológico, psicopedagógico, etc…
Todos ellos tienen la misma finalidad: promover el desarrollo personal y social de las personas sobre las que actúan y la mejora de los contextos sociales en los que dichas personas se desenvuelven.
Concretamente en nuestro sistema educativo los modelos que guían la acción orientadora son dos:
- Modelo Psicopedagógico: procura una intervención 1) indirecta centrada en la institución a través de la consulta, 2) grupal aunque tiene en cuenta la atención individualizada en determinados momentos, 3) interna ya que implica al tutor y el resto de profesores a colaborar con el departamento de orientación y 4) proactiva porque va dirigida a la prevención y al desarrollo.
- Modelo de Programas: la intervención se realiza mediante acciones planificadas, "programas” que serán llevados a cabo desde el centro o a través del horario de tutoría lectiva. Estos programas irán dirigidos a todos los alumnos y serán medios para favorecer el desarrollo de las personas en los ámbitos personal, académico y de carrera.
Ambos modelos de orientación se articulan en 3 niveles.
a) A nivel de Aula: El profesor tutor será el encargado de la labor orientadora.
b) A nivel de Centro: El departamento de orientación. El orientador trabajará la orientación con todo el alumnado del centro.
c) A nivel de Zona: Equipos de Orientación Educativa. Colaborando en las actividades de orientación y tutoría con otros centros.
En última instancia resaltaré la importancia de la orientación como un proceso que debe de estar presente a lo largo de la vida de un individuo y por consiguiente en la educación entendida como orientación para la vida.
Autor: Mª Carmen Sánchez Mendías, Psicopedagoga
Fuente: educaweb
A continuación se presente una lista de porta web que ofrecen Test Vocacional en línea y los portales que conectan jóvene con Universidades.
Test Vocacional
Portales que conectan jóvenes con Universidades
La elección de qué carrera estudiar, es una situación por resolver muy importante, a la que se enfrentan los jóvenes que se encuentran cursando los estudios de preparatoria. Esta situación requiere de un determinado período de tiempo para resolverla y así poder elegir la carrera acertada.
No sé qué carrera elegir.., me gustan muchas cosas?, no me gusta nada?, estoy confundido?, ¿elijo lo que me gusta o lo que me conviene?, ¿qué quiero para mi vida?...
Estas son algunas de las preguntas que nuestros hijos se enfrentan al momento de tener que tomar una decisión al momento de elegir una carrera.
Para poder brindarles ayuda y orientación, debemos considerar los siguientes factores:
Dedicar tiempo a investigar lo que se quiere. Muchos jóvenes, por desgracia, no toman en serio esta situación, desperdician el tiempo que tuvieron para obtener información sobre las distintas carreras que existen, los programas y las escuelas; no aprovechan el espacio de tiempo para autoanalizarse y reflexionar sobre cuál carrera sería la mejor para ellos. Es entonces cuando la elección de carrera se convierte en un conflicto, ya que cuando apenas van saliendo de preparatoria toman conciencia sobre lo que quieren estudiar, y se hallan presionados por el tiempo o porque todavía no saben qué carrera elegir.
Construir el perfil personal (intereses, habilidades y valores). Sus aptitudes limitan el campo de sus posibilidades, excluyen determinadas carreras y modos de vida. Al elegir una carrera se deben de analizar las aptitudes de nuestros hijos: si no tienen facilidad para las matemáticas deben dejar de pensar en ser ingenieros, si no tenemos gusto artístico, deben dejar de pensar en ser arquitectos.
Despejar influencias familiares y sociales. La base de todo ello debe ser una profunda introspección y cuestionamiento, de lo que cada uno quiere para sí, sus expectativas personales y proyectos futuros, tratando de despejar las influencias de los "mandatos" familiares y sociales que pueden oscurecer los deseos propios. “Nuestros hijos son los protagonistas de su elección”.
Actitud de búsqueda permanente. Conocimiento de las opciones educativas y laborales. La decisión debe tomarse en congruencia con las expectativas personales y en el mercado de la realidad económico-social en el que vivimos.
Planear visitas a universidades, para conocer las ofertas educativas. Como padre, es probable que pueda acompañar a su hijo en el tour de la universidad. La visita al campus pretende lograr que tu hijo se haga una idea clara de la universidad. Tu apoyo es importante para tu hijo, pero es más importante que pueda explorar solo la universidad.
No temer a los retos. Motivar a nuestros hijos para la realización de retos o propósitos bien definidos, ya que tener una vida con propósitos hace que nuestra mente se estructure de la manera más productiva y conveniente para incrementar las posibilidades de triunfar en la vida.
No dejar al azar la elección de la carrera. La elección de una carrera no se realiza como un acto al azar o por un golpe de suerte, sino como un proceso de construcción social que se plasma en la expectativa vocacional que tiene una relación estrecha con las coordenadas de nuestra vida cotidiana, el conocimiento de la proyección de la carrera para su desempeño profesional y las condiciones socioeconómicas de los estudiantes, son factores a considerar para la elección de la carrera.
Pensar en el futuro, una decisión para toda la vida. La elección de carrera significa la elección de un modo de vida, por eso es una de las decisiones más importantes. Si nuestros hijos eligen una carrera errónea pueden tener insatisfacción personal, lo que llevaría a la amargura e infelicidad como personas. En cambio, si su decisión es correcta, esto contribuirá a tener una vida plena y de satisfacción con ellos mismos.
Es muy común que tu hijo se sienta incapaz de pensar por sí mismo, y entonces recurra a otros, un profesional, un amigo, un familiar para que le dé una respuesta.
Es tu oportunidad para apoyarlo en esta decisión, pero lo cierto es que nadie puede decidir por ellos. Sería un gran error autorizar a alguien a elegir por uno y, por otra parte, un atrevimiento irresponsable de quien aceptara hacerlo.
Fuente: Observatorio Laboral
¿Cuánto cuesta y cuánto vale la orientación profesional? Actualmente, su valor “percibido” parece ser relativamente bajo lo que influye en la motivación de los usuarios, en la eficacia de las intervenciones, y en la imagen y credibilidad de la propia orientación y de sus profesionales. En esta Parte I del artículo hablaremos de los Factores que influyen en el valor de la orientación tales como el precio, la facilidad de acceso, la obligación de participar, los recursos no contingentes o la eficacia de la orientación. En la Parte II nos centraremos en las Técnicas de Puesta en Valor que pueden aplicar los orientadores/es.
EL VALOR DE LA ORIENTACIÓN Y SU INFLUENCIA EN EL CAMBIO
El valor actual de la orientación profesional en general, y en particular para sus potenciales clientes, parece ser relativamente bajo. Este valor “percibido” influye en la motivación de los usuarios para solicitar y permanecer en sus servicios, para seguir las indicaciones de los asesores/as y para incentivar su cambio, así como en la imagen y credibilidad en general de la propia orientación y de sus profesionales. Este valor, como el de cualquier producto o servicio, depende de factores como el precio de venta, las exigencias de acceso a los servicios, la utilidad y profesionalidad percibidas, etc.
FACTORES DE VALOR DE LA ORIENTACIÓN
1) Precio “de venta” cero.
El coste de los servicios no suelen repercutirse directamente sobre los usuarios/as, los cuales acceden a la orientación de forma gratuita y sin contraprestaciones específicas, por lo que podría decirse que el precio de venta es cero. Los servicios de orientación y apoyo profesional tienen en su mayoría financiación pública, y su gestión corresponde generalmente a entidades o administraciones públicas, o a organizaciones privadas sin ánimo de lucro que no pueden exigir un pago a los clientes. En la medida en que algo que “no cuesta, no vale”, en el ámbito de los servicios sociales, educativos, etc., el hecho de que la orientación sea gratuita puede influir en su valor.
2) Facilidad de acceso.
El esfuerzo que deben hacer los clientes, los requisitos que han de cumplir, y los procedimientos para acceder o permanecer en este tipo de servicios no son exigentes o complicados. La entrada como usuario sólo requiere, generalmente, la previa inscripción como demandante de empleo en las oficinas públicas, y la obtención de cita y de cambio de servicio son muy sencillos. Los tiempos de espera son muy bajos y el acceso se facilita y publicita mediante la derivación entre centros, gracias a la cercanía de los servicios, que suelen ser muy numerosos en localidades populosas, y mediante las nuevas tecnologías de la comunicación. Por otro lado, la condición de usuario, poder mantenerse como cliente y seguir recibiendo el servicio, no implica, por lo general, obligaciones específicas ni el cumplimiento de compromisos relativos al plan o itinerario de mejora del cliente. El gran número de centros y servicios disponibles dirigidos a una gran demanda potencial que aún no se ha creado, ha generado una inflación de estos servicios que afecta al valor e imagen de la orientación.
3) La Orientación como obligación.
El acceso a servicios y recursos de empleo y formación, y a otros recursos de carácter socioeconómico, está condicionado en muchas ocasiones a que las personales potencialmente beneficiarias de esos recursos sean usuarios/as de programas de orientación profesional. Por tanto, muchas personas solicitan recibir orientación porque es un requisito y una obligación, y no por los productos y servicios específicos que ésta ofrece. La caracterización de la orientación adquiere de esta forma contenidos administrativos y meramente burocráticos. Este doble papel de la orientación, por un lado como servicio de utilidad en sí mismo, y por el como mero trámite, genera confusión sobre su valor real.
4) Recursos no contingentes.
Los servicios de orientación, en su mayor parte, se financian mediante ayudas públicas cuyo buen uso debe justificarse acreditando número de atenciones y/ número de usuarios/as. Para atraer beneficiarios/as los centros compiten entre sí, por lo que facilitan el acceso e intentan motivar la llegada y mantenimiento de clientes en el servicio ofreciendo recursos informativos, formativos y de empleo, por ejemplo, publicitando una “bolsa de trabajo” propia, que habitualmente quiere decir que el centro informa sobre ofertas de empleo de las que ha tenido conocimiento. Si estos recursos son de libre acceso o se entregan a los usuarios de forma no contingente o no relacionada con los avances y mejoras en sus planes o itinerarios profesionales, tanto el servicio como los propios recursos se devalúan. Si la administración de recursos no está bajo un control coordinado, este efecto depreciativo se reproduce en cadena en la red de servicios de orientación del ámbito geográfico de que se trate, y los usuarios se habitúan gradualmente a encontrar todo tipo de recursos sin necesidad de realizar ningún tipo de esfuerzo especial ni de cambiar su forma de gestionar su vida profesional.
5) La Orientación como disciplina confusa.
La orientación profesional requiere de una conceptualización clara y de metodologías eficaces y compartidas por los profesionales, y de un sistema de acreditación consistente de la cualificación de estos mismos profesionales, aspectos negativos que restan valor a sus servicios y a su imagen como disciplina rigurosa y efectiva. El valor de una disciplina de carácter aplicado, como es el caso de la orientación profesional, depende en gran parte de metodologías contrastadas y del bagaje conceptual aportado por ciencias de carácter científico y tecnológico. Gran parte de los conceptos y herramientas de la orientación provienen de la Psicología y de otras ciencias humanas, sociales y educativas, las cuales están divididas en corrientes que no desarrollan suficiente investigación aplicada en áreas de interés para la orientación profesional. Por otro lado, recursos y técnicas ya disponibles y de eficacia probada desde hace décadas, derivadas de la psicología del lenguaje, de la modificación de conducta, de la gestión de recursos humanos, de la educación funcional, y de la psicología conductual- cognitiva en general, no se aplican con frecuencia o de forma adecuada en los ámbitos de la orientación y el asesoramiento. Ante este panorama de confusión conceptual, en lugar de profundizar y perfeccionar la aplicación en orientación de los contenidos y recursos de estas ciencias, los profesionales acabamos adoptando y siguiendo, para no caer en la obsolescencia y en el descrédito social- laboral, “nuevos” modelos de corte pragmático- ecléctico creados a golpe de marketing, generalmente anglosajón: coaching, técnicas de management, programación neurolinguística (PNL), métodos de autoayudas varias, etc. Por supuesto que algunas aportaciones de estos modelos pueden ser interesantes y son el resultado de la adaptación de técnicas generales a campos muy específicos. Pero el efectismo resultante, la confusión conceptual y metodológica creada, tiene un efecto negativo sobre el propio valor de la orientación y sobre la percepción de sus clientes potenciales.
6) La eficacia de la orientación. En orientación debe avanzarse aún en la definición operativa de los problemas sobre los que actúa, y en la definición de los objetivos o soluciones para esos problemas, así como en la evaluación de la utilidad de las metodologías que se ponen en juego para alcanzar esos objetivos. El valor de la orientación depende en gran parte de su eficacia para alcanzar los resultados previstos y para evaluar los avances y las causas de esos avances. Conocer el efecto y la eficacia de la orientación en la solución de los problemas de los clientes obliga inevitablemente a desarrollar la investigación aplicada, experimental o cuasi- experimental, en este campo. La dificultad para medir la efectividad del asesoramiento es la mayor fuente de pérdida de valor del propio asesoramiento porque no se pueden atribuir con claridad sus potenciales beneficios respecto de otros posibles factores.
Fuente: OPR
Los expertos en orientación profesional, educativa y laboral prestan mucha atención a los pensamientos negativos y las quejas de sus clientes, que son muy frecuentes y de variadas temáticas, con el objetivo de animarles y hacerles cambiar de “actitud”. En la sociedad occidental que conocemos, la búsqueda de la felicidad parece basarse en intentar cambiar la realidad (o en percibirla de otra forma) más que en aceptarla. Y hablar, debatir y racionalizar, con los demás y con uno mismo, son los métodos más utilizados y aparentemente mejores para alcanzar soluciones y mejorar la autoestima. Sin embargo, los recientes enfoques psicológicos, entre ellos las Técnicas de Aceptación y Compromiso, aportan otra perspectiva más “oriental” centrada en la aceptación de los problemas como parte normal de la vida y en la importancia de seguir haciendo y de continuar con los planes marcados. La metáfora del autobús y de los pasajeros es una potente herramienta fácilmente "integrable" en las técnicas de orientación y de coaching para ayudar a reducir las quejas y la ansiedad generadas por las situaciones desfavorables (y mantenidas por la atención social), y a centrarse en los objetivos y en las direcciones valiosas de las personas.
METÁFORA DEL AUTOBUS Y LOS PASAJEROS
Imagínese que usted es el conductor de un autobús con muchos pasajeros. Los pasajeros son pensamientos, sentimientos, recuerdos y todas esas cosas que uno tiene en su vida. Es un autobús con una única puerta de entrada, y sólo de entrada. Algunos de los pasajeros son muy desagradables y con una apariencia peligrosa. Mientras usted conduce el autobús algunos pasajeros comienzan a amenazarle diciendole lo que tiene que hacer, dónde tiene que ir, ahora gire a la derecha, ahora vaya más rápido, etc., incluso le insultan y desaniman, eres un mal conductor, un fracasado, nadie te quiere…
Usted se siente muy mal y hace casi todo lo que le piden para que se callen, se vayan al fondo del autobús durante un rato y así le dejen conducir tranquilo. Pero algunos días se cansa de sus amenazas, y quiere echarlos del autobús, pero no puede y discute y se enfrenta con ellos. Sin darse cuenta, la primera cosa que ha hecho es parar, ha dejado de conducir y ahora no está yendo a ninguna parte. Y además los pasajeros son muy fuertes, resisten y usted no puede bajarlos del autobús. Así que resignado vuelve a su asiento y conduce por donde ellos mandan para aplacarlos.
De esta forma, para que no le molesten y no sentirse mal usted empieza a hacer todo lo que le dicen y a dirigir el autobús por dónde ellos dicen para no tener que discutir con ellos ni verlos. Usted hace lo que le ordenan y cada vez lo hace antes, pensando en sacarlos de su vida.
Muy pronto, casi sin darse cuenta, ellos ni siquiera tendrán que decirle “gire a la izquierda”, sino que usted girará a la izquierda para evitar que los pasajeros se echen sobre usted y le amenacen. Así, sin tardar mucho, empezará a justificar sus decisiones de modo que casi cree que ellos no están ya en el autobús y convenciéndose de que está llevando el autobús por la única dirección posible. El poder de estos pasajeros se basa en amenazas del tipo “si no haces lo que te decimos, apareceremos y haremos que nos mires, y te sentirás mal”.
Pero eso es todo lo que pueden hacer. Es verdad que cuando aparecen estos pasajeros, pensamientos y sentimientos muy negativos, parece que pueden hacer mucho daño, y por eso usted acepta el trato y hace lo que le dicen para que le dejen tranquilo y se vayan al final del autobús donde no les pueda ver. ¡Intentando mantener el control de los pasajeros, en realidad ha perdido la dirección del autobús¡ Ellos no giran el volante, ni manejan el acelerador ni el freno, ni deciden dónde parar. El conductor es usted.
Fuente: OPR
Tisias, que ha sido alumno de Corax, un filósofo sofista (como Protágoras- imagen- o Gorgias), le dice: “Si tú me has enseñado a persuadir, entonces yo te podré convencer de que no me cobres tus honorarios por la enseñanza. Si no soy capaz de convencerte tampoco te pagaré pues no me habrás enseñado”. Corax le respondió: un mal cuervo (él mismo) puso un mal huevo (por Tisias). Tisias ha recibido buenas enseñanzas y ha aprendido a ser retórico, un buen retórico pero, al parecer, no un “retórico bueno”. ¿Pueden solucionarse mediante técnicas retóricas, de persuasión y racionalizadoras algunos problemas objeto de la orientación profesional? En este artículo encontrarás una revisión conceptual y crítica sobre las técnicas basadas en la animación verbal relacionadas con el consejo en orientación.
LA ANIMACIÓN DE LOS CLIENTES COMO OBJETIVO DE LA VERBALIZACIÓN POSTIVA
Animar es generar un estado emocional positivo mediante el debate y la verbalización que haga más probable que el usuario afronte los problemas y que siga las recomendaciones de los profesionales. La animación puede emplear casos y ejemplos prácticos exitosos, y centrar verbalmente al usuario en las soluciones y en las alternativas, y no en los problemas y los obstáculos. La mayoría de las técnicas verbales que conscientemente o no utilizan los orientadores para animar a sus clientes a que sigan sus consejos están basados en la retórica y la “charla positiva”. Veamos algunos ejemplos de recursos y actividades retóricas y animadoras.
ALGUNAS TÉCNICAS Y ACTIVIDADES DE VERBALIZACIÓN POSITIVA
1. ACEPTAR Y NORMALIZAR PROBLEMAS (COMO PARTE DE LAS SOLUCIONES).
Normalizar el problema es una forma de reformularlo positivamente o de hacerlo percibir como parte inevitable de la vida. Por ejemplo, el orientador puede utilizar la técnica “cómo hacer un problema”. Para restar gravedad a los problemas y enfocar hacia las soluciones, se puede invitar al usuario a explicar “cómo hacer un problema”, por ejemplo en el caso del desempleo. Se le puede pedir al cliente que describa qué pasos daría él para estar desempleado durante mucho tiempo. De esta forma, entendería que los problemas pueden hacerse y deshacerse. De esta forma vería el problema y sus causas con cierta normalidad y con cierto sensación de control.
2. BUSCAR “EXCEPCIONES” POSITIVAS Y LOGROS.
El orientador debe ayudar al usuario a buscar excepciones, comportamientos adecuados del usuario, para reforzarlos y para aumentar su valor convirtiéndolos en diferencias significativas. Por ejemplo, el orientador puede pedir al usuario que hable de sus comportamientos y habilidades para atribuirle el éxito o los logros alcanzados: “Así que has apuntado las empresas con las que has contactado. Esto es algo que no hace todo el mundo, y tú lo estás haciendo”. Las habilidades del orientador para la atribución de logros giran alrededor de preguntas similares a ¿Cómo conseguiste que sucediera?
3. REFORMULAR POSITIVAMENTE.
Se trata de reinterpretar o verbalizar algunos supuestos fracasos como posibles avances o éxitos, de replantear positivamente determinadas conductas o formas de pensar del usuario que le generan ansiedad, inactividad o emociones negativas, y/o que son interpretados por él como fracasos o errores. Por ejemplo, si el cliente dice: “ya llevo 4 meses buscando empleo, he enviado 30 CV y nadie me ha contestado, vaya fracaso”, el orientador podría decir: “bueno, más que un fracaso yo diría que es un paso más que has dado en tu camino”. El orientador podría además apoyar su reinterpretación positiva con un refrán, un contenido metafórico, una historia, etc.:
4. FRASES PRESUPOSICIONALES.
Se trata de describir el futuro de forma que anime hacia la acción mediante la generación de emociones positivas, evitando descripciones negativas y los efectos de justificación de la inactividad que estás conllevan. Por ejemplo, una descripción negativa del futuro por parte del orientador (y del usuario) podría ser: “En el caso de que encuentres empleo, deberás…”. Esta descripción no presupone el éxito o indica una baja probabilidad de alcanzar el objetivo. Una presuposición más positiva muestra una probabilidad más alta de alcanzar objetivos e incluso indica el camino para su consecución: “Cuando empieces a buscar empleo con mayor eficacia y encuentres lo que buscas, entonces…”.
5. OTRAS ACTIVIDADES DE VERBALIZACIÓN POSITIVA
En OPR seguiremos ofreciendo contenidos e información sobre las técnicas anteriores y sobre otras relacionadas con la retórica y la animación tales como las siguientes:
• No debatir sobre los problemas
• Uso de técnicas paradójicas
• Técnica de empezar de nuevo y metáfora de la maleta
• Técnicas para establecer acuerdos- compromisos
• Habilidades para ajustar expectativas, como dimensionar el esfuerzo, y prever fracasos y recaídas
LA RETÓRICA POSITIVA Y SU RELACIÓN CON EL “HUMANISMO”
Las técnicas y actividades basadas en la premisa de que el “pensamiento positivo” y el debate retórico pueden cambiar y mejorar nuestro comportamiento y facilitar la consecución de los objetivos que nos proponemos, están muy enraizadas en la sociedad occidental y en nuestro lenguaje cotidiano.
En Psicología estas técnicas provienen especialmente de las llamadas terapias humanistas, especialmente la terapia estratégica, la terapia comunicacional, la terapia centrada en la persona, de Carl Rogers, y la psicoterapias experienciales. El humanismo arranca de la experiencia humana, lo que supuso un giro respecto a la concepción teológica (el hombre forma parte del orden divino), y una modificación respecto a la concepción científica (el hombre forma parte del orden natural). El humanismo considera supuestamente “el valor intrínseco de la persona” y su capacidad creadora aludiendo a conceptos tales como dignidad, educación y libertad, y quiere centrarse en los problemas concretos de las personas y no en la construcción de grandes sistemas de ideas, es una tradición de debate en torno a los asuntos que importan a la vida.
LA RETÓRICA POSITIVA Y LA INTERVENCIÓN EN ORIENTACIÓN
Las técnicas y recursos humanistas, al ser eminentemente verbales y basadas en el sentido común, son utilizadas frecuentemente en la vida cotidiana por personas que no son expertas en orientación, psicología o asesoramiento. Podría decirse que muchos de nosotros somos unos practicantes del pensamiento positivo y del debate que intentamos solucionar los problemas hablando y convenciéndonos a nosotros mismos y/a los demás con consejos y reflexiones bienintencionadas.
Es cierto que cualquier intervención en orientación es verbal, pero si bien es inevitable que muchas de las técnicas y actividades que ponemos en juego contengan cierta retórica, lo que si debemos evitar es que sean sólo retórica. Para ello tendremos que evaluar qué elementos de nuestra intervención como orientadores son los que realmente producen el cambio en nuestros clientes.
IDEAS BÁSICAS Y CRÍTICAS SOBRE LA PERSUASIÓN, EL DEBATE Y LA RETÓRICA POSITIVA
1) Ofrece una actitud pragmática aparente ante la solución de los problemas con una perspectiva a corto plazo;
2) Habla el mismo lenguaje que los clientes, lo que tiene valor sofístico ya que produce mucha cercanía y validez aparente. El frecuente uso de anécdotas, relatos y lenguaje metafórico acentúa esos efectos.
3) La reestructuración cognitiva, el debate y la persuasión verbales son actividades frecuentes. No existe la verdad como algo indiscutible, lo que importa es la percepción de la realidad, no la realidad en sí misma. No obstante los sofistas no negaban la realidad sino que eran escépticos sobre la posibilidad de alcanzarla.
4) Incorporación de la retórica de una forma sistemática al mundo de la psicología aplicada (en este caso, de la orientación profesional). El orientador es a menudo un ignorante de la conducta verbal y la utiliza como cualquier otra persona.
5) Uso de dilemas (ver historia de Tisias y Corax) y de entimemas. Un entimema es un silogismo elíptico que busca la persuasión y no la demostración y prescinde de algún paso en el razonamiento que se da por consabido en el destinatario o que se acepta fácilmente.
En un ejemplo, Erikson le da a entender a una chica que se considera gorda que era atractiva al decirle, después de una justificación que imprima credibilidad a lo que va a “confesar”, que cuando adelgaces serás “todavía más” atractiva puesto que tienes un gran sex- appeal y tendrás mucho más después, aunque no debería hablar de esto como orientador. Se añade así una nueva premisa: Soy atractiva (no estoy tan gorda como para no serlo), que encamina a un cambio que era imposible por la premisa que existía: No soy atractiva en absoluto (al ser tan gorda). La evaluación predictiva añade credibilidad a la premisa aportada por el orientador.
En otro ejemplo con una persona con falta de habilidades sociales: “Me has dicho que eres muy tímida y que te consideras poco simpática y quieres cambiar tu forma de relacionarte con tus compañeros para que tengas más posibilidades en la empresa y estés más a gusto. También me parece que por lo que has dicho ya estás haciendo algunas cosas. ¿Qué cosas habrán cambiado exactamente dentro de un tiempo?” De este modo, la cliente es llevada a especificar los cambios que desea hacer y que se suponen están en curso. Se da por supuesto que el cambio es posible y que además ya está ocurriendo. Cualquier respuesta de la cliente se sitúa en un contexto de cambio.
6) Evita las formas lingüísticas negativas que implican críticas y admoniciones para los usuarios, y se usa el halago y la gratificación, que genera un clima agradable.
7) Uso de la paradoja y la comunicación paradójica. El orientador propone lo mismo que el cliente quiere quitar (aplicación de “lo semejante para curar lo semejante”) para modificar sus posiciones rígidas. No se enfrenta al cliente con un razonamiento sobre su problema que ya ha fracasado en el pasado.
Por ejemplo, el orientador, antes las quejas y actitud quejosa del cliente, puede confirmar que “tal como usted dice, la situación es muy difícil y la orientación poco puede hacer por usted dado como dice usted que están las cosas”. Entonces el usuario puede empezar a “tranquilizar” al orientador y a encontrar razones que rebajen la presentación negativa que hizo de sí mismo
8 ) Distraer al cliente para disponerle a las soluciones. Reorientación de los cambios que ya existen (hacer más de lo que ya se está haciendo) en vez de introducir un cambio para hacer algo distinto, argumentando a favor de la corriente (el cliente siempre tiene razón) a diferencia de la reestructuración cognitiva en la que el orientador racional emotivo trata de convencer contra corriente (el cliente está equivocado). Está bien distraer de los problemas siempre que se puedan aportar soluciones.
9) La persuasión es útil para los clientes resistentes a los consejos que no quieren iniciar comportamientos o soluciones nuevas. Si la estrategia es verbal, lo que se consigue es verbal: que el cliente diga o piense algo en concreto que le dispone o no a actuar. Luego el contexto y las contingencias afectan a esa probabilidad de actuación y al mantenimiento de los cambios.
10) La mayor crítica que se hace a la retórica positiva y a la persuasión es que los principales problemas en orientación no son comunicacionales, por más que las palabras forman parte del relato de los problemas y del asesoramiento. No pueden obviarse las contingencias de reforzamiento o el contexto donde los cambios deben producirse y mantenerse.
Por ejemplo, podemos convencer (animar) a un usuario de que su valor profesional es mayor del que cree y aumentar así su “autoestima”. Es posible que inmediatamente después el cliente se disponga a buscar empleo o a mejorar el que tiene con mayor energía y frecuencia, pero si los resultados son negativos, volverá al punto de partida en iguales o peores condiciones. Si los problemas de la gente no son verbales sino más relacionados con la forma en cómo organizan y planifican sus vidas, los cambos que produce la retórica positiva serán meramente de estado de ánimo y a corto plazo. La gente no cambia fácilmente, y menos sólo porque hablen o se sientan o se “perciban” mejor provisionalmente o en momentos determinados.
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